martes, 6 de noviembre de 2007

¿Ícaro...?

Volar, no. Tal vez resbalé por la cañería o me arrugué en el aluminio recien destapado, pero no pude haber volado.
Meses hace me dijeron que se perdió en romerías de viejas tonadas, repitiendo somñolienta aquel coro rasgado una y otra vez. Seguramente se iría inclinando la cabeza para dejar caer las notas en la boca del oído y al devolver la mirada se daría que cuenta que empujaría puertas que no le eran abiertas.
Contaron de una nave que zarpó, rueda y vapor a la par. Quedaron lágrimas y mucha de la poca cordura que podía tener, y de su corazón, espetado en el asta mayor, restaron escasas fibras que robó desmenuzadas para el bolsillo derecho.

Imsomnio.
Quiere su piel; que la pústulas la torturen.


Pronto los dientes se pudrieron, y su boca, alcantarilla abierta, empezó a despedir un hedor a amargura.
Los días se escaparon entre letras y cayó finalmente enamorada del grillete de su soledad.

Todavía le resta condena.

También mencionaron otra criatura, borrosa y distante; calzaba las mismas uñas y pecas. Palabras colmadas de ingenuo ingenio y tardes calladas de la mano de la fantasía y la tila. Bailaba, sola, en la lluvia, y sus sueños eran globos de largas cuerdas a los que intentaba alcanzar de puntillas y con el brazo estirado a más no poder.
De ésta no se lee nada más, pués un vaso de café y falsa lujuria manchó la pagina para corroer la tinta a nunca ser descifrada. Dejaron una historia sin fin.

Yo creo que ésa se quemó. Estiró tanto los brazos, con tanta fuerza y tanta ansia para alcanzar los globos, que el sol, envidioso y oportunista, la evaporó en el momento.

1 comentario:

Kyado dijo...

Juliette he leido ya varios textos tuyos y son textos que llegan ,q ue tocan la fibra, y encima los escribes de manera sobresaliente, sigue asiiii!!!, enhorabuena.

saludos