domingo, 30 de diciembre de 2007

Natividad del Cinismo

Siempre había sentido la navidad como algo un tanto especial. No tanto por mis padres -tan solo una de las muchas formas con las que en otros tiempos sustenté mi queja por la falta de romanticismo con la que me habían pintado la vida-, no, más bien por todo lo que la rodeaba. Jamás he visto una navidad blanca, ni fría, tal vez un poco mojada, y muchas veces borrosa por acción de etílicos más caros y más baratos. Pero esa sensación de magia, de extraña sensación peluda y feliz, siempre estuvo presente.
Incluso en aquella navidad no tan distante, en la que solo tuve un plato, un pantalón corto y remendado y unas cuantas cervezas de caridad, recuerdo haber sentido felicidad y unión.

El sentimiento peludo

Debe ser que a medida de que uno pasa los años -y aunque pocos, se sienta que más bien pasan por uno-, ese sentimiento se borra en misma proporción que la mente se va enderezando y se va cobrando sentido aparente de las cosas.
Ciertamente es extraño. Pareciera que por primera vez, al sentarte a la mesa, ves realmente la mesa. Ves a la gente- tus padres, tus hermanos, tus amigos, quien sea...-; no ves alegría y júbilo embriagador. No. Ves realidad. Y alcohol, eso sí, mucho alcohol. Por primera vez reconoces el hecho de que no ingieres elixir de la felicidad...es solo jugo de frutos fermentados (aunque parezca caldo de calcetines de laboratorio en algunos casos).
Y de allí no paras. A donde sea que ruedes tus ojos te topas con grandes mentiras: anuncios de consumo por doquier, aparentes ofertones, comerciales donde se relacionan engañosamente productos y sensaciones placenteras generalmente relacionadas con el aprecio y éxito "social". Sonrisas, sonrisas, llamadas de ¿felicitaciones? ¿buenos deseos?...Todo parece medularmente raro.
De alguna forma, por entereza desconocida, te ha quitado ese velo que teñía todo de un rosa chicle con luces parpadeantes. Y te sientes desnuda. No es un sentimiento de estafa ni desilusión...es simplemente desamparo, orfandad.

Quiero luces parpadeantes.

Ante tal escena, recurres a la creación de tus propias luces. Buscas el fondo de las múltiples botellas y depleción absoluta de objetos cilíndricos que te rodeen.

Acabar la navidad abrazada del implemento de cuarto de baño que asemeja a una taza con boca de elipsoide. Claro, siempre en familia.

Y el despertar es puro y sereno. Nunca sientes los pies tan en la tierra como entonces.

Espero que hayáis tenido una feliz navidad. De todo corazón.

2 comentarios:

Manu dijo...

Estoy de acuerdo contigo... Las Navidades han acabado siendo sólo una manera de intentar "autoinyectarnos" felicidad en base al consumismo sin freno.

Pero yo pienso que algo bueno puede sacarse de estas fiestas, entre todo el cinismo, ¿no crees? Estás con tu familia, ayudas en las tareas especiales, sales un poco de la rutina... Aprovecha, que estas fiestas solo ocurren una vez al año ^^

Saludos, y Feliz Navidad ^^ Aunque sean unas fiestas consumistas que han perdido todo el sentido, al menos es una época especial sonde regalar más sonrisas de lo habitual ^^

Manuel

Juliette dijo...

Feliz navidad y feliz año nuevo para tí querido Manuel.
Un saludo
PD: Y a regalar sonrisas se ha dicho!!(que esas no vienen ni a plazos ni les afecta el Euribor) :D