jueves, 24 de enero de 2008

Rojo

Es algo natural; casi como parir...

Eso fue lo que me contestó mi amiga cuando leyó en mi cara el miedo a malas interpretaciones ajenas que justamente me había atrapado al volver la razón a mí.
Estaba roja, con la cara empapada y los ojos muy irritados y azulados. Mis pecas estaban pálidas y mi palidez estaba enrojecida, mis labios, carnosos, y mis pelos, más desordenados de lo habitual.
Estoy convencida de que, de alguna forma macabra y extraña, jamás estaré más parecida a una rosa roja.

Roja, como cuando aprietas fuertemente dos dedos contra tu piel cenicienta y los sueltas justo después.

Había escapado, silenciosa y alborotada, hacia el baño. Me había sentado sobre la tapa con mis rodillas abrazadas, y allí había llorado, en silencio, ahogados gritos por una bufanda roja y sofocadora.
Las tiernas lágrimas cayeron, aunque desesperadas por igual, casi sin razón alguna.

Y allí yací algunos minutos, pensando fugaz en todos los problemas, los desengaños, las frustraciones, los rechazos, los desamores...en todos los fallidos flechazos de la vida.

Porque, ¿sabeis algo? Nada ni nadie enamora como la vida.
Aunque no pienses en ella, siempre la tienes presente. Te preocupa tu futura relación con ella, tu presente, y nunca olvidas las cosas pasadas de su mano.
Te ilusiona, se pinta de rosas y rojizos para tí, se te presenta dulce y tentadora...y siempre te engaña, te miente, te tira, te rompe, te destruye.
Pero nunca, y a pesar de todo, hay cosa que desees más que seguir con ella. A veces a regañadientes, arrastrando los pies...pero siempre allí.
Y al final, cuando estás esperando el último tren, ticket en mano y maleta contra la rodilla, solo piensas en ella. Le temes al tiempo que llegará en el que no estés con ella, y eso te enloquece. Y una vez sentado en tu asiento, volteas para mirar una última vez por la ventana...y sólo la ves a ella, siempre inexpresiva, darte una última sonrisa. Y es lo último que te queda antes de que se apague la luz al pasar por el tunel.

Un relampagueo rojo.
Porque la piel de los párpados se ve roja a ojos cerrados.


Y rojo es el humor que circula por nuestras prisiones y roja la llama que hace vibrar al mismo, y rojo pintaron al corazón y los labios y las uñas, y rojos son los atardeceres y los amaneceres, y el sol, muy en el fondo, es rojo, y rojos también son todos los días que significan algo importante en el calendario, y rojos son los pesares en los exámenes y también las marcas de una noche apasionada.

Y si coincidimos en la fecha, te digo que rojo será el coche que me toque en el tren.
Siéntate a mi lado.

2 comentarios:

María* dijo...

Bonito post. Qué inventiva para encontrar cosas del color que quieres expresar :)
Me iré pasando por este blog.

Juliette dijo...

Poco de lo impreso tiene de vacío: es más bien la crónica de un día al que sólo le faltó teñir de rojo unas cuantas nubes.
Gracias por pasarte ;D