domingo, 13 de enero de 2008

Cirugía a Corazón Primaveral

Debe ser verdad eso que dicen que los amigos perdidos dejan un pequeño agujero mal suturado en el corazón. También estoy por empezar a creer en todo ese rollo de la memoria auditiva que no se le cae de la boca a letrados y embotellados. Algo más que un susurro fantasmal del viento en el oido.

El hecho es que tengo el corazón como un puto colador.

Había creido olvidar que todavía recordaba esa canción. No sé cómo la desempolvé, qué agraciada conexión cerebral volvió a dar uno de esos diminutos impulsos y la hizo surgir encandilada en mi pecho y en el marabarear de mis labios. Pero ahí está, otra vez, en mi cabezas con todas las sombras perdidas de esa confusa parte de mi vida. Y así, arena, mar y lunas de por medio, vuelvo a tener una de esas epifanías en las que reconozco mi evolución.

Dividir para vivir, vivir para dividir.

He aprendido que la vida te va dividiendo. Por donde sea que pares en el camino, ya sea con las piernas colgando de un andén o en las escaleras del portal, vas dejando pequeñas fracciones de tu ser. La sociedad te divide en dos, los amigos se suman cada uno al denominador, y los malos tragos simplemente se te restan.
Pero esos buenos momentos, esos que se guardan en el corazón, que ya no se suman, sino que se multiplican por infinito...esos cosen todo de rosa y lo rodean de arabescos, cerezas de marrakesh y dulces melodias.

Y entonces puedes mirar al cielo sonriendo, cantar bajo la lluvia, subirte a un banco a recitar poesía, bailar lavándote los dientes y sentirte en la absoluta cima del mundo.

Invencible, feliz...tú.

Puedo por fin mirar atrás con una sonrisa.

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